viernes, 8 de febrero de 2013

Canciones

Pones una canción. Cierras los ojos. Piensas.
Intentas pensar en una persona, pero esa persona nunca es la que tú quieres que aparezca, en su lugar siempre aparece otra. La misma, la de siempre.
Y pones otra canción, vuelves a cerrar los ojos y vuelve a aparecer.
Inevitablemente, siempre aparece, y la letra siempre habla de él.
Es una pesadilla... tras otra.

martes, 5 de febrero de 2013

En la sétima fila del cine

Con el vestido de tu cuerpo desnudo me he hecho unas cortinas para no ver este mundo, y es tan absurdo este frágil suburbio que me siento como un niño frente a un antidisturbios, con el alma casi rota por este constante crimen, cómo me exprime el no poder sentirte.

Malditos los humanos que asustaron a este cisne, ahora me siento sola y compongo mejor triste, menudo chiste fue perderte en el horizonte, ten cuidado con mi corazón por si se rompe. Y yo en las madrugadas más suicidas haciendo el Harakiri con alcohol en mi barriga y el desamor cobrándome intereses, como si pudiera repartir mi amor a esos burgueses.

Jodida dopamina que desprendo al verte, a este paso acabarán por declararte ilegal. Estoy bailando medio muerta con la suerte de perderte, pues eres la peor droga fabricada en la ciudad. Ya no me arropan sueños ni ilusiones, ahora duermo desnuda, esperando que algún día me perdones; no sabes lo que cuesta encontrar a alguien diferente entre tantos jodidos clones.

Ya no busco soluciones para estos problemas, pues ya son tantos que pienso coleccionarlos. Busco momentos de sonrisas semieternas contigo, para que almenos consiga olvidarlos. Cómo no volverse loco en esta cloaca: a falta de poesía esto sería la resaca de un millón de findes con vodka barato, bebiendo todo el tiempo para olvidarte solo un rato.

"Adiós" dijiste, pensando en un "hasta pronto", y otra tonta que se fue buscando lógica, como si no fuese una necesidad biológica el estar contigo. Cómo me exprime el no poder sentirte, y no poder amarte a oscuras en la séptima fila del cine.

Día Sexto.



domingo, 3 de febrero de 2013

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Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.

Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo.

O cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.

Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, lleno de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:

«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».


Efímero



Aquella noche la chica se asomó a la ventana y miró a la luna. Entonces fue recordando, una a una, las caras de todos sus amigos. Comprobó, que, a medida que las caras iban cambiando, la luna crecía más y más, al igual que lo hacía su sonrisa. Entonces se dio cuenta de lo feliz que era ahora.

La chica cerró la ventana, su sonrisa reflejada en el cristal. Después se fue a dormir, pensando que, cada vez que volviese a sentirse desgraciada, miraría a la luna, para que protegiese su felicidad.