jueves, 1 de marzo de 2012

Puestos a recordar.

Bien, pues recordemos el mundo que conocíamos cuando aun éramos unos niños o, más bien, ¿Cómo era el mundo cuándo tú y yo nos conocimos? No tan distinto.

Todo comenzó en una estupida excursión de colegio, yo con aires de superioridad y tú con esa timidez tuya que tanto te caracteriza -Después de todo parece ser que no tantas cosas han cambiado-. Y es verdad, sí. Es verdad que tu primer apellido podría ser desastre y el segundo inmadurez, sin tener en cuenta otras cosas a mayores. Sí, es verdad. Pero también es verdad que solo tú consigues alterar mi sistema nervioso, respiratorio y cardiovascular, de hecho lo manejas a tus anchas, lo sabes hacer divinamente. ¿Sabes qué es lo malo de todo esto? Que no lo haces en el sentido positivo, sino en el negativo: podría ponerme a contar todas las veces que he reído y he llorado por ti, y te aseguro que las segundas ganan por descontado.

Esto me ha hecho plantearme tantas veces si de verdad merece la pena seguir con esto... Esta especie de broma macabra, esta pesadilla que es como un pozo sin fondo, esta locura que sufro por haberte conocido y que me persigue desde hace tres amargos años. Me pregunto si algun día podré despegarme de ti y si ello me beneficiará o me hará volver a verlo todo negro, como lo veía este último mes en el que decidiste gratuitamente arrebatarme lo poco que me quedaba de ti: nuestras conversaciones, nuestros secretos, nuestra canción, nuestro mundo paralelo, nuestro paraíso artificial, aquel en el que nos perdíamos cada noche sin importar nada más. Nada ni nadie. ¿Conversaciones ilógicas, quizá? Sí, pero NUESTRAS.

Y todo lo acontecido hace apenas un mes me ha hecho plantearme una y otra vez si de verdad merece la pena seguir siendo masoquista, me ha hecho replantearme muchas cosas en cuanto a ti, en cuanto a... ¿Nosotros? Si alguna vez ha existido un nosotros, que lo dudo. Después de estos tres años te había visto crecer, por decirlo de alguna forma y, sinceramente, ¿Por que tenía que dejar de hacerlo? No quería. Era demasiado injusto.

Supongo que toda persona humana tiene un límite, y tú no estas lejos de pasarlo. Nada lejos, la verdad.
Si mi primer apellido es paciencia y el segundo comprensión, créeme, dentro de poco pasarán a ser ira y desesperación.

Pero claro, ¿A ti quién te entiende...?
Creo que después de tantas noches en vela, tantas lágrimas y tantas horas eprdidas ya va siendo hora de tener esas agallas, ya va siendo hora de decirlo...


Adiós.

MariAllanPoe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario