sábado, 14 de abril de 2012

Los mismos clavos, la misma cruz.

Dejadme que os cuente mi cuento de herida y caricias, mi historia de nadie, mi nana de hambre, todas mis mentiras, tal vez embelese y te bese cortándome a tiras. Más que agua es aguarrás lo que sudo al despertar, si te veo pasar se hacen charcos, se hacen olas. Dejadme que invente que un tren es la libertad mía, que va donde quiero, sin más traqueteo, sin más tontería. Tal vez no reviente de ganas de andar por la vía con penas a miles, borrando raíles, borrando los días. No sé nada de correr, no sé nada de ascender,
de esta mierda de arcoiris, del cigarro de después, no sé. Voy entrándole al día y al salir le dejo la alfombra de mierda perdida, que no se le olvide el planeta en que vive. Y otra vez a la acera, así me da la mañana y la tarde y la noche entera...y a la mierda primavera.

Me dices que me parezco a los caracoles, me muero en soles tras la espesura del chaparrón. Será que el camino bueno se ha vuelto malo, o que no quiero pegar ni un palo, que solo quiero escuchar tu voz. Que siempre llego a la deshora que me marca el corazón, y que cuando estamos a solas molesta el caparazón.


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