Era una casa construida en piedra, con los suelos de madera, las paredes y los marcos de las ventanas. Las mesas y las sillas estaban bañadas por el resto del polvo. Un lugar en el que no me sentía sola, un lugar donde me sentía como en casa. Afuera en el jardín, donde plantamos las semillas, había un árbol que era más viejo que yo, las ramas fueron cosidas de color verde, la tierra había crecido y me pasaba por encima de las rodillas. Por las grietas de la piel subía a la cima, escalaba el árbol para ver el mundo. Cuando las ráfagas de viento se acercaban para derribarme, me aferraba a las ramas con tanta fuerza como con la que tú te aferrabas a mi.
Construi esa casa. Para ti, para mi.
Hasta que desapareció de ti, de mi.
Y ahora es el momento de convertirse en polvo.
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