domingo, 5 de agosto de 2012

Abuelo.

Como todo en esta vida tiene que pagarse con dinero, me gustaría comprar una estrella solo para él, para que la disfrute cuando esté allá arriba, si es que existe algo parecido. Quiero pintarle un jardin de estrellas, para que las recoja y les ponga a cada una de ellas nuestros nombres, y nos proteja, sé que estaremos bien. Ahora cada vez que llueva, nieve, granice o salga el arco iris sabré que es él, sabré que se acuerda de mi, y que sabrá que yo me acuerdo de él. Quiero pintarle mil palabras y mil figuritas de hielo y ponérselas en lo alto de una nube, o de porcelana, como a él le gustaban. Se hace duro, pero a la vez estoy tan feliz, porque recuerdo la última vez que me cogió la mano y me sonrió, y eso no se puede pagar con dinero. Pintaría miles de lunas, miles de nubes, miles de cielos de color azul cian, y paisajes de atardeceres. Miles, como los cuadros que él pintó y que valen tanto, que son tan bonitos, preciosos, perfectos.

Cada vez que ría, llore, lea, escriba, dibuje o escuche música pensaré en él.
Cada vez que tenga alguna duda o algún problema pensaré en él.
Cada vez que me acueste por las noches pensaré en él.

Ahora tengo un motivo para seguir adelante y no dudar nunca, y se trata simplemente de un recuerdo.


De su recuerdo.

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