- Tengo que irme, adiós.
- No quiero que pienses que se trata de algo recriminatorio.
- No lo es.
- Me siento mal.
- Yo también me siento mal.
- Quédate. No quiero que te vayas, quédate. No tienes por qué estar sola, no tienes por qué sentirte mal, y no tienes por qué sentirte perdida. Si te sientes perdida, solo tienes que llamar a mi puerta. Quédate aquí. Por favor, quédate conmigo.
- Sonríeme.
- ¿Solo un poco?
- Sí. ¿Ves? Ya está, solo tenías que sonreír. Me quedo.
No se trataba de nada personal, ni siquiera había pasado demasiado tiempo desde que había visto su sonrisa por última vez, no se trataba de eso. "Quédate". Simplemente necesitaba que me lo pidiese, lo echaba demasiado de menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario