viernes, 25 de enero de 2013

No hay un límite

Volver a elegirlo cada día. Sentir como cada día eliges algo que no te conviene. Pero aun así lo haces, y sabes que te estás equivocando, sabes que siempre te equivocas, y que regresas a casa cada día preguntándote cómo pudiste, puedes y podrás caer tan bajo. Sí, porque nunca dejarás de ser humillada, nunca dejarás de hacer el ridículo, nunca dejarás de arrastrarte, y lo sabes. Es algo continuo, algo que parece no tener solución, ni final. Aun así, cada día vuelves a elegirlo. Pase lo que pase, venga quien venga, sea cual sea la situación, la circunstancia, el lugar o la hora. Siempre lo vuelves a elegir a él.

Lo peor de todo es que no quieres admitirlo -siempre es mejor echarle a él la culpa, e incluso a los demás-, pero sabes que solo tú podrás ponerle fin, y se supone que tendrás que hacerlo algún día...

Pero esto, claro, es solo una suposición.

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