sábado, 12 de enero de 2013

Y es por eso que me deprimo cuando escucho la Oreja de Van Gogh

Yo no tengo ningún "me pregunto qué sería mi vida sin él".
Tampoco un "puedes contar conmigo" en momentos de soledad.
Nunca he tenido un "Buenos días, princesa", y nunca me han regalado mil rosas mientras esperaba con la carita empapada. Creo que nunca me han regalado rosas. Tampoco eso de "tú y yo, solo tú y yo, ni siempre ni nunca", ni tardes de invierno por Madrid, ni nadie esperando sentado en mi portal.
No tengo un récord en quererme con nadie. Tampoco tengo un sitio que compartir los viernes por la tarde, y nadie me pidió que le diera un beso en una tarde en un bostezo de sol.
No he llenado de libros mi maleta, ni de fotos suyas de antes, ni he dibujado su sonrisa junto a la mía.
Tampoco me he dormido en un sofá con el abrigo de alguien.
Ninguna mirada ha buscado mi cara en una madrugada de un 20 de enero, saliendo de un tren. No he cogido un tren que no dormía, y no he visto su cara en un cristal.
Ahora mismo no existe un "quiero estar a tu lado" o un "quiero quererte o morir", o un "Nadie como tú".
Esto sí son deseos de cosas imposibles.





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