Pones una canción. Cierras los ojos. Piensas.
Intentas pensar en una persona, pero esa persona nunca es la que tú quieres que aparezca, en su lugar siempre aparece otra. La misma, la de siempre.
Y pones otra canción, vuelves a cerrar los ojos y vuelve a aparecer.
Inevitablemente, siempre aparece, y la letra siempre habla de él.
Es una pesadilla... tras otra.
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