jueves, 13 de septiembre de 2012

Se veía venir.

Un Septiembre que empieza con demasiadas decepciones aunque, a decir verdad, poco se diferencia del resto de meses. En dos días es mi cumpleaños. Me prometí a mi misma que si tenía que suceder algo iba a suceder antes del dieciséis. ¿Y después? No pensé en un plan B. Pobre de mi, quizá incluso había confiado en que esta vez las cosas fuesen de otra manera. Pobre ilusa. Y aqui estoy, a dos días de los diecinueve, haciéndome vieja por momentos, con sospechas de una nueva decepción y sin un plan que respalde y consuele semanas de futuro sufrimiento. Lo peor de todo es que seguirá pasando el tiempo, seguiré teniendo esa incómoda sensación de ir a contrarreloj, de que se me agotan los días, esa sensación que me empuja a actuar pero a la vez no sé cómo hacerlo; y asi va ya para tres años. Tres años con la misma historia, y no sé qué final va a tener esto, lo que está claro es que necesito uno, y necesito saberlo pronto, almenos antes de volverme completamente loca.

Esto no viene a cuento, pero me he cortado el pelo.


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