-No tengas prisa -Le dije. ¿O cuántas veces has visto correr un maratón a alguna abuela? -Sonrió. Después de todo el tiempo se fio. Me miró. El invierno se congeló, y se enfrió la aguja del reloj.
Yo me volví de mimbre, atrapados en Noviembre hasta que suene el timbre de su voz. Quizá algún yonkie me entienda mejor.
El ministerio advierte: "Quererse demasiado produce la muerte, por abrazos fuertes, asfixias y falta de ambiente".
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